El Viernes Santo es el día del aprisionamiento y la muerte de Jesús. Este momento es conocido como la Pasión de Cristo, la cual relata cada uno de los hechos que llevaron a su muerte en la cruz y representa el sacrificio más grande dentro de la fe.

Este día está marcado por el duelo y el dolor, lo que contrasta fuertemente con la alegría del Domingo de Resurrección. Se considera un día de luto y penitencia obligatorio para toda la Iglesia por medio de la abstinencia y el ayuno.
Según relata la biblia, el Viernes Santo empieza con la detención y la condena de Jesús. Fue en el juicio del Sanedrín donde se determinó que sería crucificado por la autoridad romana, Poncio Pilato. Después sigue con la peregrinación de Cristo hasta el Monte Calvario, en las afueras de Jerusalén, cargando la cruz bajo torturas y humillaciones, y culmina con su crucifixión junto a dos ladrones y bajo un cartel que decía "Jesús el Nazareno, Rey de los Judíos".
Durante el Viernes Santo no se come carne roja, ya que es un acto de purificación que representa el sacrificio de Cristo, un homenaje a su ayuno durante cuarenta días antes de los hechos que desencadenaron en su resurrección.
Es un tiempo para rezar el santo rosario, para la abstinencia y la reflexión sobre la vida y obra de Jesús. Durante este día lo recomendable es acudir a las procesiones y viacrucis organizados por las iglesias, desde donde se celebra la Pasión del Señor.